Después de cruzar un pequeño río que se cruza en el camino con la bicicleta y avanzar unos cientos de metros más, llegamos a Yolosa. Desde esta ciudad rodeada por los majestuosos volcanes Misti, Chachani y Pichu-pichu, con una altitud de 2500 metros sobre el nivel del mar, partí en un autobús desvencijado con Iván, compañero de viaje originario de Valencia que me acompaña desde Honduras, hacia un pequeño pueblecito del altiplano peruano llamado Ayaviri.