En campo visitante los blancos consiguieron sacar en Liga un empate a cinco, y una victoria por 3-0 en la capital, mientras que en la edición de Copa una victoria por 3-1 de los catalanes desataría las primeras rencillas entre ambos conjuntos. En esa época la animadversión entre unos y otros en las gradas empezaba a hacerse patente, si bien es cierto que llevaba más eco desde Barcelona que al revés, circunstancia que constataron los pitos que recibía el equipo madridista en sus visitas a Les Corts.